Sillas voladoras – Volar en Ocaña

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Sillas voladoras – Volar en Ocaña

On septiembre 15, 2011, Posted by , in Actualidad aéronautica, tags , With No Comments

Puesto en contacto con ellos, (la organización sillas voladoras),  les remití un correo y me respondieron afirmativamente, y como, además, «la suerte acompaña a los audaces» que decía aquel rey…resulto que aún quedaba algo de suerte que poder utilizar. Hablando de ello con un amigo y su esposa, resulto que Ricardo, que así se llama mi amigo, también estaba interesado, y además…tenían pendiente una visita a Aranjuez,  con lo cual, tras realizar las respectivas reservas de los 4 vuelos, para cada uno, y para las fechas acordadas nos desplazamos, con nuestras respectivas esposas y su niña a la localidad de Aranjuez, a escasos kilómetros de las instalaciones del Senasa en Ocaña.

Preparativos:

A través de la organización sillas voladoras, conseguimos los vales de vuelo, y tras remitirles la correspondiente documentación (certificado de minusvalía y justificante de los ingresos bancarios de las reservas) y nos fuimos, en la fecha acordada, a Aranjuez, distante unos pocos quilómetros del aeródromo de Ocaña.

Si alguno de vosotros es minusválido, no dudéis en echar un vistazo a esa página, y a sus IMPORTANTES DESCUENTOS, en virtud de acuerdos. Los cuatro vuelos de 50 minutos tenían un costo de SOLO 10 EUROS cada uno.

Las instalaciones del SENASA en Ocaña (Toledo)

Dichas instalaciones son buenas y suficientes, con zonas perfectamente delimitadas para cada una de las actividades que se desarrollan al mismo tiempo, aunque sería deseable un mejor estado de conservación. La gente, bien, educada y correcta.

Los vuelos.-

Cada uno de nosotros realizó 2 vuelos por día, seguidos, porque así se reduce el tiempo de espera y se realiza un mejor aprovechamiento del tiempo, dado que no hay que bajar, quitarse el paracaídas, subir el otro piloto,etc.

– El Velero (o Planeador).-

En nuestro caso, utilizamos el EC-VUO, que es un planeador del tipo Ask 21, fabricado en fibra de vidrio, y que es un biplaza de altas prestaciones, con 17´9 metros cuadrados de superficie alar, con un coeficiente de planeo de 1:35 (en vuelo recto y nivelado, desciende 1 m por cada 35 de avance) , gracias a sus 17 metros de envergadura y a sus 360 kg (en vacio, y unos 500 kg con dos personas) y por lo menos el nuestro, de matrícula EC-VUO, adaptado para personas con minusvalía, pero, OJO, DE PIERNAS, sustituyendo los pedales por una palanca, en el lateral izquierdo, y movida a mano, que hace funciones de pedales, que también están y son operativos.

Es evidente que la «adaptación» del ECO CHARLY – VUO está pensada para las personas que se desplazan en silla de ruedas, lo cual no es mi caso. Moviendo manualmente dicha palanca, hacia adelante o hacia atrás, hacemos la función de «pedales», a los que sustituye, o complementa, dicha palanca. En los pedales de este tipo de velero no hay función de freno, solo de control de timón de cola. En mi caso no tiene ningún sentido, dicha adaptación, pues los pedales los puedo actuar correctamente, a pesar del pie amputado. (Tendríais que ver las «patadas» que le doy a los míos, cuando vuelo en combate simulado, o simplemente cuando derrapo, por encarar pista a demasiada velocidad.)

A mi amigo Ricardo, que tiene perfectamente útiles piernas y brazos (amén de una lucidez mental e intelectual más que brillante), dicha adaptación no le vale para nada.

Es importante destacar la doble utilidad del aparato, pues al estar plenamente operativos los pedales tradicionales, se comporta como cualquier otro planeador no adaptado.

En el centro, la palanca de control, y junto a ella, a la izquierda, y mucho más pequeña, otra de trimado en cabeceo.

La instrumentación, básica pero suficiente, con cuatro «relojes» grandes más otro pequeño panel numérico, de radio. A la izquierda el variómetro (mts que subimos/bajamos por segundo), en el centro y arriba la brújula, en la derecha el altímetro y en el centro y abajo, el velocímetro, en Km/hora. Un poco más abajo, y centrado, el pequeño panel digital de comunicación por radio, que se acciona desde la palanca del joystick, o palanca central, mediante un simple interruptor de botón, en la parte superior de la misma.

En la parte izquierda, casi al nivel del pie, se encuentra la «cuerda con una bola amarilla», que es con la que soltamos la cuerda de enganche al remolcador.

La cabina, estrecha, reducida y muy baja respecto al suelo, recuerda mucho más a un caza de combate antiguo (GCE o 2ª GM), que a un avión civil de paseo/turismo tipo Cessna. Personalmente, lo primero que recordé fue los comentarios de los pilotos alemanes del 109, respecto a lo estrecha y ajustada, como un guante. No obstante, es agradable y no da sensación de agobio.

El asiento, pese a llevar puesto el paracaídas, de apertura manual, en la espalda, es cómodo al estar inclinado hacia detrás, y la visibilidad es muy buena entre «las 7 y las 5, pasando por las 12». Las vistas laterales, especialmente respecto al suelo, en vuelo nivelado, también son muy buenas, al estar muy adelantado respecto a la posición de las alas, dando una gran visibilidad.

El despegue.-

Tras colocar el enganche de las cuerda en posición, y verificar que está «retenida», el instructor da, por radio, la señal a torre, e iniciamos el despegue tras una pequeña charla sobre algunos temas básico de seguridad, y que se resumen en una importante frase/mensaje: «si yo digo (el instructor) «MIO» … NO TOQUES NADA, NI PALANCA, NI PEDALES NI NADA». Se nota que tiene muchas horas y que trasmite confianza. Le gusta volar y le gusta transmitir esa pasión por volar.
Iñaki, te deja probar (y de paso te evalúa), y si te ve suelto, tras el 1º vuelo, en el segundo te deja hacer cosas, tocar y sentir el avión, y te invita a experimentar sensaciones.

Tras haber alcanzado la altura correcta y haber salido de la zona del aeródromo, tiramos de la bola amarilla que sujeta la cuerda del enganche, que se encuentra en la parte izquierda de la cabina y por radio, comunicamos el hecho al avión remolcador y a torre.

Una vez sueltos, Iñaki procede a dejarte «tocar» el planeador. Un poco de alabeo, un poco de cabeceo, un breve explicación sobre lo que ocurre con las velocidades y el morro del planeador (morro arriba perdemos velocidad, morro abajo la ganamos), y de los riegos de querer subir más de lo que toca el morro… poco a poco, nos desplazamos a la zona que nos corresponde (al otro lado de la autovía, alejados de pista y de la zona de paracaidistas), y vamos jugando con el avión. Nueva lección de Iñaki, «no mantengas la palanca ladeada, solo encara el aparato, centra la palanca y deja que el avión vuele…a los aviones hay que dejarlos volar y tocarlos lo menos posible» Buscamos una térmica, para ascender, pero hoy no hay gran cosa, así que Iñaki me «entretiene» haciéndome cambiar de rumbo varias veces…
La sensación de vuelo es muy agradable, más «limpia» que en avión de motor, por la ausencia del ruido del motor, y por ser un vuelo mucho más elegante.

Tras volar unos 25 minutos por la zona, encaramos para hacer circuito y dirigirnos a pista, haciendo los correspondientes cambios de dirección. Mientras ajustamos altura y encaramos la pista, Iñaki me transmite sensaciones para la toma en tierra. Ya encarados, observamos que la pista está ocupada, por lo que tomamos en el lateral (pista de tierra compactada que hace las veces de segunda pista paralela).El vuelo ha durado unos 50 minutos que me han sabido a poco.

Tras la primera toma, estamos en pista esperando al avión remolcador, sin salir del aparato, con la carlinga levantada por el calor, para hacer el 2º vuelo de hoy, pues así se gana tiempo.

2º vuelo.-

Pocos minutos después repetimos la operación, nos colocamos (en realidad, nos colocan otras personas) en la pista asfaltada, enganche de la cuerda remolque al remolcador, comprobación del enganche, orden por radio a torre y…al aire en apenas unos escasísimos metros. Esta vez, Iñaki me permite más mano y me invitar a probar con un ligero picado…seguido de un ascenso con mayor ángulo. Intentamos mantener un rumbo fijo y luego hacemos un cambio de dirección.

Volvemos a intentarlo con las térmicas, pero hoy no debe de haber gran cosa, pese a lo cual si logramos ascender unos cuantos cientos de metros. Iñaki me invita a «sentir la térmica» y a aprovecharme de ella. Con un ligero alabeo a izquierdas hacemos varios círculos y ascendemos. Me siento a gusto. La verdad es que le tenía más miedo a este segundo vuelo que al primero, pues no se qué ocurre que cuando hacemos algo por primera vez, vamos mucho más decididos que en la segunda, en la que ya somos más consciente de lo que estamos haciendo. Eso ya me paso hace muchos años, cuando hice paracaidismo civil, lógicamente, antes de mi accidente. El 2º salto, impresiona (y complace) más que el 1º.

Tras volar un rato en círculos ascendentes, con un ligero incremento de altura de apenas unos 150-200 mts, nos dirigimos a un punto fijo, elegido al azar, un pueblo cualquiera del horizonte. Aquí es donde te das cuenta de la elegancia de este tipo de vuelo, el de veleros. Me encanta, y he de confesaros que ya estoy loco por instalarme el simulador de vuelo «KONDOR», del cual luego os hablaré.

Tras volar un buen rato, no dirigimos para hacer circuito, y de repente…la frase mágica sale de la boca de Iñaki… ¿te atreves a aterrizarlo?, me dice… ¿Cómo? ¿Qué lo puedo aterrizar? ¿He oído bien? Pues sí. Lo ha dicho, aunque, eso sí, me vuelve a recordar lo de «si digo mío, es mío, y no toques ni hagas nada» Ok, nos dirigimos a cabecera haciendo circuito, mientras volamos paralelos a pista, pero en sentido contrario. Giro a 90 a izquierdas, nivelo, otro giro a 90, también a izquierdas, y encaro pista. Iñaki me va diciendo (sube un poco el morro, etc.).También noto su «mano» en la palanca, a través del doble mando. Encaramos la pista y hacemos una toma casi perfecta. (El «casi» en mío, y el «perfecta» suyo).

Cuando paramos en pista y abrimos la cabina estoy que me salgo de felicidad, hasta el punto que se acerca mi mujer y me dice: ¡Vaya cara que llevas! Te lo has pasado bien, ¿eh?  Este vuelo ha durado 50 minutos. Y aún me faltan otros dos vuelos para mañana domingo.

Ahora es el turno de Ricardo, quien realiza sus dos vuelos seguidos, y a juzgar por su cara de felicidad, también ha disfrutado lo suyo. (Esa misma tarde me confesará lo mucho que había disfrutado, y que estaba deseando repetir al día siguiente).

Hablando con Iñaki, comentamos sobre la simulación aérea de ordenador, y sobre el programa KONDOR, que es un simulador de veleros, y para el cual , el propio Iñaki, tras decirme que es el mejor simulador de veleros que conoce , en su opinión, me manifiesta tener el escenario de Ocaña, así como una pág. Web, relacionada. Me lo recomienda como el mejor simulador de veleros.

Domingo (3º y 4º vuelo).-

Iñaki me había prometido una caída de ala, un looping, o «algo chulo», pero… hoy tengo otro instructor/piloto. ¡Cosas de la vida y de las programaciones de vuelos ¡…me quedo sin nada de eso ! El nuevo piloto, que parece una buena persona, y que tiene mucha experiencia, apenas si me deja «tocar» el avión. Por contra, realizamos unos vuelos unos 10 minutos más largos, y disfrutamos de algo más de térmicas…y de halcones a nuestro alrededor, no menos de 6 al mismo tiempo, en la térmica, que hoy si están más presentes, y volando muy cerca de nosotros…Muy bonito, si, pero… ¡ sin tocar avión ! .

Mientras, Ricardo hace sus dos vuelos con otro monitor, un piloto italiano que lleva la clásica camisa blanca del SENASA, que parece bastante duro y exigente …pero que también transmite pasión por volar, y que resulta ser más flexible y buena gente que lo que intenta aparentar.

En resumen, una excelente experiencia, que os invito a probar.

Fotos de los entrenamientos

 

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Jose Cabañes Galdon – Rata

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